Una de las cosas que más me llamó la atención cuando llegué a Cataluña fueron los calçots. Para el que no lo sepa aún, el calçot es una especie de cebolla dulce alargada, a medio camino entre cebolla y puerro. Su nombre proviene de su forma de ser cultivada, «calçar la terra sobre la planta», durante el proceso de crecimiento del calçot, se va amontonando tierra alrededor de la misma, se va «calzando» hasta que alcanza un tamaño de unos 15-25 cm.
He de reconocer que al principio fui reacia a los calçots, eso de comer cebolla con salsa no me convencía nada (el que me conozca sabe que no soy muy fan de la cebolla, aunque la use para cocinar), pero una vez que lo pruebas, te encanta. Lo que me terminó de convencer es su deliciosa salsa compuesta de tomate, pimientos rojos secos, ajos, almendras y avellanas machacadas, también llamada salsa romesco y tan buena que acabarás echándolo en todo: carnes, verduras, tortilla de patatas,…la salsa romesco va con todo.
La temporada de calçots comienza en noviembre, con la primera recolecta y dura hasta abril, cuando empiezan a salir las primeras «trompas» (es cuando los calçots empiezan a mostrar una hoja más dura). El cultivo del calçot es es típico de las comarcas de Tarragona, próximas al mar y con un invierno suave, como Valls, donde celebran cada año la fiesta de la calçotada a finales de enero.
Pero, ¿cómo se preparan los calçots? Es muy típico cuando llega el buen tiempo que los grupos de amigos se junten para hacer una calçotada. Para ello necesitareis un grupo de amigos, muchos calçots, mucha mucha salsa, carne, bebida al gusto un millón de servilletas y lo demás preparativos que requiere una barbacoa tradicional. El calçot se hace a la brasa, hasta que quede quemado por fuera. No parece que esté bueno con esa pinta de quemado, en realidad tiene truco.
Para comer el calçot, lo primero que hay que pelarlos, quitarle la parte quemada para comernos la parte que queda hecha bajo esa capa. Lo primero es coger el calçot como veis en la foto, del tallo y con la otra mano tiramos hacia abajo de la parte quemada hasta quitarla del todo.
Después lo mojamos en salsa al gusto y nos lo comemos. Para comer el calçot, inclinamos la cabeza hacia atrás y vamos mordiendo el calçot hasta llegar al tallo, que no se come. En muchos sitios la gente usa baberos para no mancharse con la salsa. Si os mancháis no preocuparos, la mancha sale bien en la lavadora. Otra opción si no queréis prepararlos vosotros (o no sabéis que es otra opción), es ir a un restaurante o masía donde por un precio entorno a los 20-25 euros, os prepararán ellos mismos los calçots y vosotros sólo os encargaréis de disfrutar.
Hace unos días tuve la ocasión de asistir a una calçotada con los compañeros de Barcelona Travel Bloggers donde comenzamos el día con una visita a las bodegas de cava de Castelo de Pedregosa, en Sant Saduni d´Anoia, en el Penedés y la posterior calçotada en el restaurant Diferent, en Sant Llorenç d´Hortons. Un día redondo.
Me encararía haber estado allí un beso para los que han disfrutado de ese manjar